No creo que esta sea la única explicación, pero es una aproximación a entender lo que terminó con la vida de 16 millones de personas.
Nadie pudo estar en la mente de Hitler para saber a ciencia cierta, el por qué de su odio a los judíos, pero como ha sido uno de los personajes más controvertidos y detestados del siglo 20, han habido una enorme cantidad de investigadores que pusieron la lupa sobre sus antecedentes, para desentrañar la inmensa locura de este personaje. El problema es que no fue él único en odiar a los judíos y demonizarlos, como vamos a ver un poco más adelante.
Los antecedentes
El doctor Walter C. Langer, era un psicólogo y doble agente, del Tercer Reich y la OSS estadounidense (agencia precursora de la CIA), informó a los aliados sobre un informe secreto policial previo al ascenso al poder de Hitler en el que se informaba que el padre de Hitler era a su vez hijo ilegítimo de Maria Anna Schicklgruber, segunda ayudante de cocina de la residencia principal del barón Rothschild en Viena. La mujer, al saber de su embarazo, en 1837, desapareció de Viena dando a luz a Alois Schicklgruber, que era el nombre con que quedó registrado el que luego sería el padre de Hitler.
Por una reconstrucción de registros María Anna se casó con un panadero, de nombre Johann Georg Hiedler, cinco años después de su parto. A pesar de ello, Alois conservó el apellido Schicklgruber casi hasta los cuarenta años, momento en que un tío Johann (no está claro por qué lado venía el parentezco), le ofreció legitimar su apellido. Por aquella época los párrocos eran los encargados del registro de los nacimientos, y por la caligrafía despatarrada del cura, Hiedler se terminó convirtiendo en Hitler.
En Austria se habló insistentemente sobre la posibilidad de que un Rothschild hubiera tenido relaciones con el personal de servicio. Jim Marrs, autor de Rules by Secrecy (Gobernar mediante los secretos) escribió:
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